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International Journal of Collaborative-Dialogic Practices

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Un Largo Camino Hacia la Libertad[1]

Chrystal Fullen
San Antonio, Texas

Soy una ciudadana Americana nacida en Sudáfrica. Hace aproximadamente siete años, me mudé a los Estado Unidos y me inscribí en la universidad “Our Lady of the Lake University” en un programa de maestría de Psicología. Fue allí donde conocí a la Doctora Harlene Anderson, lo cual ha sido una experiencia maravillosa para una estudiante como yo que utiliza “terapia colaborativa” en las conversaciones diarias con los clientes.

Por su puesto, cuando se considera mi lugar de nacimiento, acepté con gusto la propuesta de la Dra. Anderson para que escribiera acerca de mis reflexiones sobre el libro “Un largo camino hacia la libertad”, que es la autobiografía de Nelson Mandela.

El libro, un éxito editorial internacional, no decepciona. Aunque pasé la mayor parte de mi vida en Sudáfrica y estuve al tanto de la historia de Mandela, incluyendo su larga lucha por la libertad, no estaba preparada para una historia tan sentimental y honesta de un gran hombre que sufrió terribles injusticias. Ahora puedo ver claramente las razones por las que no podía imaginar el mundo que padecía Mandela, su lucha sin descanso para dar a la gente de Sudáfrica una constitución protectora y proveerla con los derechos con los que yo he sido educada.

Mis primeros recuerdos de Mandela son todos festivos. Mis recuerdos de infancia  del presidente de Sudáfrica de ese entonces, eran viéndolo bailar en celebraciones vistiendo camisas de colores brillantes. Yo era muy pequeña para entender la política cuando Mandela se convirtió en  presidente. A pesar de que yo tenía mis dudas aun siendo mayor, el temor y la opresión que mis padres transmitían me parecían surrealistas. Sudáfrica era mientras crecía y sigue siendo, un hermoso lugar con gente bella. Cada persona es respetada no importando su raza, sexo, edad o cultura. En la Sudáfrica que Mandela describe en “Un largo camino hacia la libertad”, era completamente diferente.

La autobiografía empieza con un breve y colorido relato del nacimiento de Mandela en Julio de 1918 y su fascinante niñez. Como estudiante posmoderna, el aprender acerca de las culturas ha sido importante para la vitalidad de una clínica culturalmente sensitiva. Leer sobre la tribal crianza de Mandela y acerca de su herencia, fue una oportunidad para sumergirme en una cultura diferente de la mía.

Encuentro fascinante que cuando conozco otra cultura diferente a la mía, siempre hay más similitudes de lo que yo hubiera imaginado. Cuando hablo con  los clientes, permanezco siempre curiosa acerca de su cultura y abierta a hacer preguntas. Sé por experiencia que muchos programas de psicología enfatizan la importancia de simplemente conocer otras culturas. Como estudiante en práctica en programas posmodernos, los supervisores enfatizan la importancia del “no saber”. Simplemente, no saber me permite tener la libertad de verdaderamente aprender acerca del cliente, muy diferente del papel que tomaría como experto. Mientras leía  “Un largo camino hacia la libertad”, frecuentemente me descubría apreciando la riqueza cultural, las creencias y prácticas de la gente Xhosa. Si alguna vez visitas Sudáfrica, una característica que resalta de inmediato para la mayoría de los fuereños es la inmediata bienvenida de la gente a su país, a sus hogares y familias. Citando las palabras de Mandela, “En la cultura africana, los hijos y las hijas de las tías y tíos de uno son considerados hermanos y hermanas…”

Conforme la autobiografía avanza, el lector es invitado a compartir los altibajos inherentes en la vida. Mandela habla abiertamente acerca de sus opiniones y como esas opiniones cambian conforme crece. Aprecié su candor y escritura reflexiva, la cual se parece más a una conversación acerca de la vida que a una autobiografía. Yo creo que la práctica terapéutica puede seguir la misma simplicidad. La práctica colaborativa enfatiza el compartir en el dialogo de igual a igual mientras se habla con el otro.  El pensamiento más constante que tuve durante todo el libro fue el deseo de tener una conversación con Mandela en cualquier momento de su carrera política. Con un diálogo así hubiera aprendido mucho más acerca del significado de la lucha que de los esfuerzos del Congreso Nacional Africano (ANC)  en su lucha por abolir el Apartheid o Policía de Segregación Africana.    

Aunque uno aprende mucho a través del tiempo, parece que Mandela era muy diligente y trabajador, que  sus viajes a lo largo y ancho del continente estuvieron llenos de esfuerzo y planeación sin importar los contratiempos. Como lectora, realmente sentí la urgencia y la fatiga que Mandela  sufrió. Me conmoví en varias ocasiones mientras leía. Realmente espero que mucha gente haya captado las emociones que Mandela expresa en su libro.

Leyendo acerca de los tiroteos de Sharpeville, las injusticias crueles que los luchadores por la libertad sobrevivieron y las pérdidas que Mandela sufrió mientras estuvo aislado de su propia familia se produjeron sentimientos fuertes en mí. Como una lectora ávida, frecuentemente me esfuerzo para separar mi profesión de mi gusto por la lectura; constantemente me pregunto acerca de esto o lo otro y de esta forma comprometerme en la reciprocidad inherente en las conversaciones. El lenguaje es un aspecto esencial en mi entendimiento de la gente, del conocimiento, y de la terapia. Mandela apreció esto y en sus propias palabras escribió, “sin el lenguaje, uno no puede hablar a la gente y entenderlos; uno no puede compartir sus esperanzas y aspiraciones, captar su historia, apreciar su poesía, o saborear sus canciones…”

Muchos ya saben que Mandela fue encarcelado por el gobierno en junio de 1964 y luego liberado hasta1990. Durante los 27 años que Mandela estuvo en prisión, pasó algo de ese tiempo escribiendo este libro. Yo he estado en Robben Island. Actualmente la isla es una tierra de arbustos y arena con dos estructuras (que yo recuerdo) la prisión y una tienda museo de razas con folletos y artículos en venta. El viaje en lancha a la isla toma 30 minutos – si la memoria no me falla- desde el muelle principal en Cape Town. Una vez que la lancha atracó, yo recuerdo que no pude esperar volverme a subir. Me encantan los museos pero la isla produce una inquietante sensación. Gente de todo el mundo vienen a visitar la diminuta celda de hierro de Mandela con piso y techo de piedra, con paredes de barras que sirven como puerta y una ventana hacia afuera. En las propias palabras de Mandela “Se dice que nadie verdaderamente conoce a una nación hasta que ha estado dentro de sus cárceles”. Una nación debería de ser juzgada no por cómo trata a sus ciudadanos más elevados, sino por como son tratados los más desprotegidos…

Los recuerdos de Mandela acerca de Robben Island son mucho más justos que las míos. El encarcelamiento de Mandela fue largo y brutal. Lo que me impresionó a través de esos capítulos fue la firme determinación de un hombre con un espíritu de luchador. Mandela escribió “Hubo mementos muy obscuros cuando mi fe en la humanidad fue puesta a prueba, pero yo no me entregaré a la desesperación. Ese camino conduce a la derrota y a la muerte.”

Durante la historia de Mandela acerca de su encarcelamiento, me descubrí sonriendo a su determinación y compromiso fírmeme con la ley; Mandela practicaba el Derecho para sí mismo y para sus compañeros presos. Esto movió fibras sensibles dentro de mí porque yo fui estudiante de Derecho antes de estudiar Psicología. Lo que cambió mi elección fue la diferencia entre defender a la gente o empoderar a la misma gente para defenderse por sí mismas. Yo creo que Mandela logró ambos objetivos.

Para muchos psicólogos lo que es más apremiante en la práctica es averiguar qué es lo que está “mal” con el cliente. A esas personas yo las invitaría a leer este libro porque refuerza mi más importante opinión: más bien hay que buscar lo que está bien con una persona.

La fortaleza de este hombre para continua en la lucha, para no abandonar la esperanza y sobreponerse a tantos  años de aislamiento, es sin duda alguna, una de las historias más asombrosas que yo he llegado a conocer.

Lo mejor en este libro es el final. En 1986 después de que Mandela fue transferido a una prisión de máxima seguridad en Cape Town, escribe acerva de una visita de su esposa y sus hijas: “Fue un momento que había deseado mil veces… La abracé  por un tiempo que pareció la eternidad… habían pasado veintiún años desde que no le había tocado ni siquiera la mano”.

Durante algunos años antes de que Mandela fuera liberado de prisión, Sudáfrica estuvo en problemas; hubo muchos embargos comerciales a nivel internacional, hubo muchísimos emigrantes y un estado de emergencia permanente. Fue entonces que el presidente de ese momento, Botha, empezó a negociar con Mandela y el CNA (Congreso Nacional Africano). Más tarde, después de las negociaciones con  Botha, el nuevo presidente F.W. De Klerk se reunió con Mandela con una refrescante postura liberal.

En Febrero 11, 1990, Mandela hizo el juramento como primer presidente africano de Sudáfrica. En sus propias palabras “Nosotros hemos logrado al fin la emancipación política. Prometemos liberar a toda la gente de la esclavitud de  la pobreza, de la corrupción, del sufrimiento y discriminación por género y de otros tipos de desigualdad.”

El mensaje más poderoso en esta sobresaliente autografía es la idea de la conexión humana: La gente está conectada una con la otra de una forma maravillosa y simple ya que compartimos el mismo molde y porque todos estamos juntos en este mundo.

Mandela escribió, “Nadie nace odiando a otras persona por el color de su piel, por su herencia cultural o por su religión. La gente tiene que aprender a odiar, y si aprenden a odiar, pueden también aprender a amar: el amor le viene más naturalmente al corazón humano…”

En la portada de mi copia “Un largo camino hacia la libertad” están las palabras del Boston Sunday Globe, “…debe de ser leído por todos” Estoy totalmente de acuerdo.

Como estudiante posmoderna me maravillo con la sublime lucha de este  hombre, la cual habla de la certeza de que no existe nada seguro y de que a pesar de  las dificultades, cada persona tiene la fortaleza inherente para poder sobreponerse a lo inimaginable.

En mi muy corta carrera como terapeuta en entrenamiento, ciertas experiencias sobresalen y me motivan a pensar en ejercer mi carrera de una forma diferente y con  mejor calidad. Este libro fue una experiencia que me motiva a caminar en ese sentido. De este libro he aprendido que algunas veces el solo escuchar motiva el cambio. Escuchar con cuidado desarrolla la habilidad para entender y descubrir mis propios significados a través del pensamiento reflexivo.  La Dra. Harlene Anderson me enseñó cómo  la combinación de ambos es transformativa. Mi diálogo interno después de haber leído este libro y por tanto escuchar la historia de Mandela ha sido revelado en esta reflexión.

Me gustaría terminar con una última cita del libro, es de un momento particularmente desgarrador donde Mandela explica una poderosa combinación para el cambio: “Él no dijo nada, solamente me tomó de la mano. No sé cuánto tiempo él permaneció así conmigo. No hay nada que un hombre le pueda decir a otro en un momento así.”

Endnote

[1] Mandela, Nelson. 1994. Long walk to freedom: The autobiography of nelson mandela. London: Little, Brown.

Autores

Chrystal Fullen
Our Lady of the Lake University
San Antonio, Texas

Traductor

Patricia Ruiz de Santiago y Nevarez, BA.
Our Lady of the Lake University Graduate Student.

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